A través de esta nueva colección, Aris ahonda un poco más en la expresión plástica mostrada en las últimas exposiciones. Esto es, una tendencia a la explosión de color mediante “dripings”(goteos), veladuras e incesantes pinceladas, así como unos incisivos y oscuros trazos a base de carboncillo que delimita la figura de forma más grave y marcada. Ambos aspectos son llevados a un grado más intenso de desarrollo, dándose una mayor incidencia de la mezcla cromática sin olvidar la jugosidad de texturas y empastes. De esta manera, Aris deja correr la composición en un sin fin de figuras geométricas entorno a manifestaciones simbólicas en forma de números y letras, (en su reconocida alusión a Basquiat y Jasper Johns) que enigmáticas unas veces, sugerentes otras, constituyen un nuevo rumbo. Ahora el protagonismo del rostro o figura humana cede en pos de una mayor abstracción figurativa, dejando de ser referencia directa entre obra y mirada estética, tan solo surge o se nos esconde. Y con ello la exigencia de una mirada más pausada, más dispuesta a sumergirse en la multiplicidad caótica y desbocada del “juego cabalístico” que propone su autor. Una tarea que, como nuestro enfrentamiento diario con la realidad, es fácil reconocer como difícil de afrontar, y a la que sin duda merece la pena acercarse a través de la “lente” y la mano de este joven artista.