Para “entender” el arte de Aris, es preciso desentenderse de todo, hay que desaprender. Para mirarlo y ver que nos dice, es preciso no querer ver nada en él. Si uno es entendido en arte, en él verá muchas cosas del arte; y si uno no es entendido en arte, aún vera más que un especialista. Y lo que verá lo habrá creado él mismo, con el estímulo del artista, que le convertirá en creador de lo que llegara a ver.
Signos, manchas, rostros o huesos, envueltos en pinceladas que recorren el cuadro como quieren, líneas de fuerza que se cruzan por donde les apetece, pinceladas que arrastran pintura hasta que el color termina por desvanecerse o fundirse con otro. Esta es la sensación de pintar en libertad, donde los artistas se abandonan para que sea la pintura la que pinte por sí misma.